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sábado, 29 de junio de 2013

TRES CHILENOS EN APUROS

Tres chilenos en apuros




(Fragmento de la Toga y el Diván)


YOLANDA PINTO







Normalmente yo tenía dos guardias de asistencia a detenidos en un mes y en el mes siguiente una solamente y así sucesivamente. El día cuatro de noviembre estaba yo de guardia y me llamaron del cuartel de la Guardia Civil para asistir a unos detenidos por salud pública. Como yo me movía por Tarifa en moto, que por cierto era la misma scooter que tenía desde la universidad, aunque era un modelo antiguo del año noventa y dos, sin embargo funcionaba perfectamente, sólo tenía el marcador de la velocidad roto y el sillín rajado por el sol. Era una Yamaha dos tiempos que como digo de motor nunca fallaba, además esta moto era un mechero, me pasaba dando vueltas por Tarifa todo el día para llevar papeles al Ayuntamiento, a la Policía del Puerto, a correos y sólo gastaba cuatro euros cada dos semanas.
Pues bien como digo, llegué en mi scooter al cuartel de La Guardia Civil y me contó el oficial allí presente que los detenidos estaban porque se había encontrado en el domicilio de éstos cinco plantas de marihuana. Se trataba de tres chilenos que vivían en un apartamento cerca de la calle Pinsapo y que cuando les leyeron los derechos, muy aleccionados que estaban, contestaron que no prestarían declaración en el Cuartel de la Guardia Civil sino que lo harían en el Juzgado delante del Juez.

Me dio tiempo a entrevistarme con ellos en privado cinco minutos antes de que volvieran al calabozo y les expliqué rápidamente que declararan al Juez que el motivo por el que criaban la marihuana era para fines terapéuticos, para uso propio de ellos porque tenían dolores de reuma, de hemorroides, y dificultades con el sueño.
De esta manera declararon al día siguiente en el Juzgado de guardia y el Juez resolvió con la libertad de los tres chilenos con obligación de comparecer en el Juzgado y firmar los días uno y quince de cada mes.

Los chilenos quedaron muy agradecidos con mi actuación y por la ayuda que les presté en la estrategia de la defensa, y prometieron llamarme para invitarme a alguna barbacoa que solían hacer en su casa de carne a la brasa.
De esta manera me despedí de ellos ya que tenía que asistir en el Puerto de Tarifa a otro detenido pero en este caso era por la Ley de extranjería, se trataba en concreto de un marroquí al que la policía municipal le había solicitado la documentación mientras estaba chateando por internet con otro amigo suyo de Madrid en un locutorio y al estar indocumentado fue detenido y llevado a las dependencia policiales. Al marroquí que se llamaba Ahmed le abrieron lo que se llama una propuesta de expulsión y le informaron que tenía 48 horas para presentar en la comisaría toda la documentación que acreditara el tiempo que llevaba en España y las razones que quería alegar para no ser expulsado a su país. Este marroquí llevaba sólo un año en España pero convivía con dos de sus primos que si se encontraban legales en España y además realizaba trabajos de chapuzas y pintura cuando le salían, realmente era un marroquí inofensivo y no se había dedicado a delinquir en España. La intención de Ahmed de permanecer en España es que quería mejorar económicamente, de manera que como el valor del Euro con respecto al Dirham era diez veces mayor tenía ilusión por trabajar aquí en España unos cinco o seis años y ahorrar lo suficiente para volver a su país montar un negocio allí y ya vivir tranquilo y desahogado.
Así que en el plazo de las 48 horas le presenté el recurso con las fotocopias de la residencia de sus primos y las pruebas del tiempo que llevaba en España, como el empadronamiento en el Ayuntamiento que al menos tenía.

De esta manera Ahmed volvió a su vida cotidiana y siguió por una temporada viviendo con sus primos hasta que meses más tarde fue definitivamente deportado a Marruecos por la policía de extranjería cuando su propuesta de expulsión se convirtió en orden de expulsión por parte de la Subdelegación de Gobierno de Cádiz.

Bueno la guardia no fue muy dura, también me tocó asistir a dos imputados por conducir bajo los efectos del alcohol que todo quedó en retirada del carné por nueve meses y multa de mil ochocientos euros.

Volví a mi apartamento super agotado con tanto trajín de un lado para otro y de las esperas que hice en el Juzgado hasta que todo se resolvió, así que esta noche dormí plácidamente y sin problemas de pesadillas.

Al cabo de tres días me llamaron los chilenos para invitarme a una barbacoa en su apartamento y acepté ir, ellos me dijeron que comeríamos y tomaríamos mucho, bueno así es como ellos le llaman a ponerse hasta el culo de alcohol claro, porque ya se sabe que los sudamericanos empiezan y no paran con el tequila, el whisky, el vodka y lo que le echen, tienen hasta frases hechas sobre el alcohol como la de los argentinos que dicen "que lo importante en la vida es la cerveza".
Bueno lo dicho, me invitaron para ir el sábado a las nueve de la noche y allí me presenté con una botella de tinto de verano Sandevid del supermercado ya que mi economía no estaba para mucho trotes y encima estos clientes me habían tocado de oficio por lo que casi no cobraba nada por ellos.
Total que llegué a la casa de los chilenos que era un tercer piso sin ascensor y me mostraron el apartamento, era un apartamento muy modesto de tres habitaciones y una pequeña terraza, en total tendría setenta metros construidos y diez metros de terraza, y en este apartamento vivían los tres chilenos, los cuales se llaman Elvys, Fabián y Arquímedes.
La verdad que los sudamericanos suelen tener unos nombres muy extraños en comparación con los españoles, ellos además suelen tener todos nombres compuestos de dos o tres como Marcelo Fabián Gabriel, Gustavo Florencio, o Pablo Daniel Roberto, parece como si los sudamericanos les gustara usurpar varias personalidades dentro de cada uno de ellos, la verdad que yo no entiendo porqué ese afán de llevar esos nombres compuestos tan largos.

Como digo el apartamento era bastante modesto teniendo en el salón una televisión de caja ancha antigua de treinta y tres pulgadas y dos sofás con dos fundas floreadas bastante anticuadas, también en el apartamento habitaba una perra podenca jovencilla llamada Maríahachís, me sorprendió el nombre que le habían puesto los chilenos a la perra, pero me dijeron que era dedicado a la función para la que fue adquirida, y a la facilidad que tenían de camuflar su nombre cuando había personas más serias delante en la calle cuando la sacaban a pasear, de manera que delante de esas personas la llamaban Maria Jesús, y la perra no distinguía muy bien la diferencia cuando la llamaban por su verdadero nombre o el camuflado.

Los chilenos tenían la barbacoa en la terraza y allí estaban cortando la carne y poniéndola ordenadamente sobre la parrilla de hierro, tenían de todo, alitas de pollo, costillas de cerdo, filetes de cerdo, chorizos, morcillas, etc...La verdad que se notaba que eran vecinos geográficamente de los argentinos por como preparaban de bien las parrilladas. Entre cubata y cubata que empezamos todos a beber, me estuvieron contando que ellos se dedicaban a trabajos de chapuces de electricidad, fontanería, albañilería pero que como había crisis también tenían que sacar un dinero extra de manera que como tenían un amigo que les dejaba a mitad de precio las semillas de marihuana, así fue como por veinticuatro euros le compraron cinco semillas y plantaron cinco plantas en su terraza, las semillas eran del tipo marihuana fluorescente de manera que en solo setenta días estaban preparadas para recoger los cogollos. Una vez que recogían los cogollos y preparaban la marihuana la vendían en pequeñas bolsas a cincuenta euros cada una. Me contaron que tenían bastantes clientes, sobre todo habían captado bastantes porque la novia de uno de ellos en concreto de Arquímedes, la cual era Argentina y se llamaba Ursula Liz Daniela, trabajaba de limpiadora en el centro de salud de la Seguridad Social y allí se había dedicado a pregonar entre los pacientes con los que contactaba el poder terapéutico contra los dolores y el poder de relajación que tenía la marihuana, de manera que los chilenos junto a Ursula Liz, daban inclusive charlas de este poder terapéutico de la marihuana en reuniones que organizaban en el patio ciego del edificio donde vivían. Allí se reunían con los posibles compradores aquejados de dolores y algunos con problemas de ansiedad y stress. Fabián que se había leído bastantes libros sobre el poder terapéutico de la marihuana era el que daba las charlas. Las charlas las daban dos veces por semana, a la que acudían en torno a veinte personas, y básicamente al terminar cada charla vendían entre cinco y siete bolsas de cincuenta euros. En las charlas también iba incluido la enseñanza de las instrucciones sobre como liar la marihuana y como fumarla, o si les convenía mejor podían hacerlo en pipas, en las que Fabián y Arquímedes se encargaban de enseñar a los allí presentes la manera de quemarla y fumarla. Como se puede ver el negocio les sonreía, estos setecientos euros que ganaban a la semana no incluía el resto de compradores que la fumaban por puro placer y que venían frecuentemente a su apartamento para comprarla. Por lo que podrían ganar unos mil quinientos euros a la semana que repartían entre los tres.
Los chilenos me siguieron contando que este negocio lo tenían muy controlado y que para ello adquirieron a su perra Mariahachís, la perra estaba entrenada para detectar olores y sonidos como un radar a larga distancia y poner en alerta sobre todo cuando se acercaban los todo terrenos de la Guardia Civil. La manera en la que había sido educada para detectar la cercanía de los todo terrenos de la Guardia Civil fue paseándola disimuladamente por la entrada del cuartel de la Guardia Civil como si estuviesen paseando para hacer sus necesidades y cualquiera de alguno de los chilenos dejaba que oliese profundamente todos los bajos y las ruedas de los todo terrenos y de los coches patrulla de la benemérita que estaban aparcados en la entrada del cuartel, de manera que cuando alguno de estos vehículos se acercaba al edificio donde estaban los chilenos, la perra ladraba incansablemente dándole la alerta de que se estaba patrullando el barrio y los chilenos rápidamente guardaban las plantas en un falso armario que tenían detrás de la nevera.
La perra de esta manera salvó en bastantes ocasiones a los chilenos de poder esconder sus plantas, pero el problema empezó a surgir cuando el vecino que tenían los chilenos colindante con su terraza era un ex legionario que empezó a hartarse de los ladridos de la perra a cualquier hora y empezó con muy malos modos a pedir a los chilenos que le pusieran un bozal a la perra o que la hicieran parar de ladrar porque él tenía un sueño muy ligero, y con cualquier ruido se despertaba, que después ya no podía recobrar el sueño de nuevo y que esto le estaba causando mucha molestia. El ex legionario era un hombre muy difícil de tratar, tendría unos sesenta y tres años y estaba jubilado, además había sido abandonado por su esposa, la cual se marchó con un negro, y esto le había causado rechazo absoluto hacia los inmigrantes. Tenía ahora el concepto de que los inmigrantes venían España a estafar, a traficar, a engañar y a quitar el trabajo y las mujeres a los españoles. Por eso le tenía tanta fobia a los chilenos, transmitía en ellos el odio que le tenia al negro que le quitó su mujer. Les amenazaba constantemente de que tenía muchas influencias con altos mandos de la guardia civil y del ejército y que cualquier infracción que veía a la ley, la ponía de inmediato en conocimiento de las autoridades. El ex legionario era un facha de ordeno y mando, iba pregonando por todos lados sus ideas fachas con pegatinas de la bandera de España con el águila, las cuales llevaba pegadas por toda su moto, y el tono de llamada de su móvil no era otra cosa sino el himno de España. Los chilenos me siguieron contando que no les asustaba lo más mínimo las amenazas del ex legionario, porque según me contaron ellos mismos también tenían contactos con la guardia civil. La verdad que esta afirmación me sorprendió bastante pero como ya estaban cansados de hablar del tema me dijeron que ya me lo contarían en otra ocasión.

De esta manera siguió la fiesta de la barbacoa y pasamos a preguntarnos cosas más personales de nuestras vidas, por ejemplo los chilenos me preguntaron del porqué yo no tenía pareja o no estaba casado, la verdad que explicarle a ellos la fobia que sentía al compromiso por el tema de saber que era multi padre era algo que sentí apuro de contarles, de manera que preferí darles una explicación mucho más normal y comprensible y que además era cierta, les expliqué que en mi familia desde que era niño no me alentaron mucho para contraer matrimonio puesto que cuando contaba con cinco años de edad que ya comprendía las conversaciones de los mayores, durante las vacaciones que pasaba en verano con mi abuela materna Floriana la cual vivía en Morón de la Frontera, la escuchaba hablar con sus amigas que venían a visitarla y mientras tomaban café se contaban sus chimes. Reiterativamente solía escuchar decir a mi abuela Floriana:
----- "Es que la vida es así, te casaste te enterraste".
Yo la verdad que me quedaba un poco sorprendido de la expresión de mi abuela porque después la veía disimulando de buena convivencia con mi abuelo, o al menos eso parecía.
Una vez que empecé a escuchar a mi abuela Floriana esa expresión pensé que era algo excepcional y que sólo se le ocurría pensar eso a mi abuela, pero mi sorpresa fue cuando a las vacaciones siguientes mis padres me llevaron a visitar a mi otra abuela es decir a mi abuela paterna Gertrudis, la cual era algo más basta y vivía en otro pueblo que se llamaba Villanueva del Trabuco. Esta abuela también hablaba con sus amigas cuando venían a jugar al parchís a su casa, y igual que con mi abuela Floriana, se contaban igualmente los chismes, pues bien, escuchando sus conversaciones oía a mi abuela Gertrudis decir:
---- " La vida en todas las épocas ha sido igual y algo que no cambia aunque nos empeñemos, es el hecho de que te casaste, la cagaste".
La conmoción que sentí al escuchar de nuevo despreciar el matrimonio de boca de mi abuela paterna, me dejó un trauma a la idea de sellar el amor con un contrato, de manera que todo lo que suponía trajes de novia, arroz, vicaría, convite, rulos, sociedad ganancial, etc........me resultaba un revulsivo terrible.

Los chilenos al escuchar la idea del matrimonio que me habían inculcado mis dos abuelas, comprendieron de inmediato que efectivamente me gustara vivir solo y sentir mi independencia, e incluso estaban de acuerdo en pensar que más sabe el diablo por viejo que por diablo y que por tanto nuestras abuelas tienen mucha experiencia y sabiduría, por lo que es muy bueno hacerles caso.





























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