EL
DESDOBLAMIENTO
YOLANDA
PINTO
(Fragmento
de la Toga y el
Diván II)
Volvimos todos a la
normalidad y Jorge me contó que esta tarde tenía un paciente nuevo
que llegaría al consultorio a las 18.00 horas y que por eso ya
quedaríamos en el fin de semana para ver el partido Barca-Valencia
en el bar.
El paciente que esperaba
Jorge llegó puntualmente a la cita llamando al timbre, Jorge se
dirigió a la puerta a recibirlo y se encontró frente a sí a un
hombre que parecía con aspecto perdido, iba vestido con una camisa
blanca por encima de los vaqueros y tenía una barba de dos o tres
días además de venir despeinado. El retrato visual que le hizo
Jorge no le aseguraba mentalmente poderlo ubicar en una profesión
específica, por lo que Jorge educadamente lo saludó y le invitó a
pasar y sentarse en el diván, después de preguntarle los datos
básicos de edad, nacionalidad, estado civil, si tenía hijos, si se
encontraba trabajando etc…para hacerle la ficha, le preguntó:
---Pues dígame que le
trae por aquí.
El paciente que se
llamaba Paulo, le comentó primeramente a Jorge que era escritor de
novelas, Jorge le respondió que se sentía orgulloso de tener entre
sus pacientes a un escritor porque él era un enamorado del arte,
Jorge sin dejar que Paulo avanzara en lo que le quería contar, le
empezó a explicar que los escritores tienen el poder de moldear los
estados emocionales de los lectores, te hacen sentir tristeza cuando
el escritor quiere, o risa, o euforia o evasión, es algo parecido
como el poder que tiene el músico y eso es maravilloso ser por unos
momentos dueños de los sentimientos de los demás aunque sea
ficticiamente cuando los lectores leen sus novelas.
Paulo le contestó a
Jorge que era una buena apreciación pero que también el escritor
sufría, y que eran más desgraciados que los músicos, Jorge al
escuchar esta argumentación no comprendió lo que Paulo le quiso
decir, invitándole a que se lo aclarase con más detalle.
De esta manara Paulo
profundizó más en sus explicaciones y le dijo a Jorge que por
ejemplo el músico compone una melodía o una canción y la puede
disfrutar siempre que quiera a lo largo de su vida, la melodía no
muere nunca, siempre que quiera puede volver a ella interpretándola
una y otra vez sintiendo que sigue viva en el corazón y en la mente
del músico que la creó, sin embargo esta capacidad de continuidad
con su obra no la tiene el escritor, el escritor crea una novela,
crea los personajes, y cuando la novela termina ahí acaba la unión
profunda que tenía el escritor con sus personajes.
Precisamente Paulo le
comentó a Jorge que para lo que pidió cita para ser recibido en el
diván es porque llevaba una semana muy deprimido, incluso con
llantos constantes, llegando incluso su novia que vivía con él a no
poder comprender su estado de ánimo tan devastado y es por lo que se
dio cuanta que necesitaba ayuda psicológica.
Jorge le preguntó que
qué le había pasado para sentirse tan afligido o melancólico,
Paulo se recostó buscando una posición más cómoda en el diván y
seguidamente respondió:
Bueno en estos momentos
voy casi por el final de mi cuarta novela, es una novela de suspense,
donde hay una pareja que se ama pero tienen muchas dificultades
puesto que aparece una tercera persona que intenta por celos evitar
que la pareja de enamorados llegue a un desenlace feliz, realmente
aunque a la gente le gusta ver como los enamorados llegan a
reencontrarse y terminar juntos sin embargo la tercera persona que es
una mujer obsesiva y manipuladora es la que realmente marca el
interés de mi novela, porque ya se sabe que los personajes malos
aunque finalmente hay que exterminarlos pero mantienen la trama de
las películas y de las novelas.
Jorge escuchaba
interesado por la exposición de Paulo, y se levantó un momento para
ofrecerle un zumo de naranja que tenía encima de la mesa, vertió el
zumo del tetrabric en un vaso de plástico que tenía para estos
menesteres para los clientes y se lo alcanzó a Paulo que se
encontraba tumbado y concentrado en el diván. Paulo dio un trago del
zumo de naranja y le dio las gracias por el detalle a Jorge.
Jorge le dijo; sí, le
estoy escuchando continué:
--Pues como le decía, no
podía acabar la novela si Yésica que así se llamaba el personaje
maligno en cuestión no hacía que desapareciese, y para ello imaginé
que una noche conduciendo su Audi A1, desesperada hacia la casa de
Héctor después de haber ingerido 6 cubatas de whisky en una
discoteca, perdió el control de su coche en una curva cerrada,
saliéndose el coche de la carretera y despeñándose por un barranco
ocasionando la explosión e incendio del coche y la consiguiente
muerte de Yésica.
Jorge le apuntó que era
un final del personaje perverso creíble e interesante, por tanto no
entendía de donde prevenía la tristeza que sentía ahora Paulo.
Paulo le
respondió.---Pues sí la profunda tristeza y abatimiento lo sentí
cuando después de describir la escena del accidente de coche apagué
el ordenador como suelo hacerlo todas las noches cuando termino de
escribir y me fui a la cama, ya dentro de la cama sentí una especie
de ansiedad y de inquietud interior no pudiendo conciliar el sueño,
de repente sentí como dos grandes lagrimones me corrían por mis
mejillas empapando la almohada donde tenía recostada la cabeza, me
di cuenta que algo de mi vida había perdido, que me encontraba en
una situación de duelo y era porque Yésica había desaparecido no
sólo de la novela sino también de mi vida.
--Jorge le dijo a Paulo
que las novelas tienen un comienzo, un núcleo y un desenlace y que
era normal que el escritor elaborara y narrara la historia, o sea que
la historia no podía ser inamovible y los personajes eternos, sino
que al igual que la vida misma la historia tenía que tener un final.
--Si así es respondió
Paulo, soy escritor y es normal que mi trabajo es expresarle,
narrarle una historia al público para mantener su interés y su
atención hasta el final del libro, claro, pero mi problema es que yo
llevo prácticamente un año escribiendo esta novela, su título es
“Sombras en la oscuridad” y el personaje de Yésica que es el más
intenso llevo dándole vida todo este largo tiempo, he pasado horas
imaginando diálogos de Yésica con los demás personajes de la
novela, situaciones que he creado para ella a lo largo de todo este
año, la he hecho llorar, reír, desesperarse, amargarse, disfrutar
sexualmente, divertirse, vengarse, intentar asesinar, seducir, hasta
que finalmente la he matado, pero ahora que ya no puedo recrearla más
en mi mente y no puedo ni siquiera imaginarla cuando me viene a la
mente porque tengo que centrarme en los demás personajes con los que
termina la novela, sin embargo siento un vacío interno que me tiene
sorprendido, es como si una parte de mí me hubiera sido desgarrada y
sin posibilidad de retorno porque Yésica debía de morir para poder
llegar al desenlace de la novela.
Jorge, que lo escuchaba
atentamente, se levantó de su silla y le preguntó a Paulo sino le
importaba que fumara, a lo que Paulo no le puso ninguna objeción.
Jorge se dirigió a una
pequeña mesita, y abrió el cajón donde guardaba su paquete de
cigarrillos de la marca LM Light prendió el mechero,
concentradamente estudió la llama, la acercó al final del cigarro
mientras dio una fuerte calada para encenderlo, posteriormente
expelió el humo que introdujo en sus pulmones y se acercó al diván
para decirle a Paulo:
--Bueno creo que estás
psicológicamente en una situación crítica, sufres lo que se
denomina el síndrome literario molecular, que consiste en disgregar
doblemente tu propia personalidad en la de algún personaje de tus
novelas también, y cohabitar ambos en tu propio cerebro, seguramente
durante todo este año que has estado escribiendo la novela, tu vida
tenía emoción porque vivías a través de las experiencias de
Yésica, sentías y padecías a través de su personalidad, en este
sentido muchos escritores suelen padecer este síndrome ya que la
vida del escritor es una vida monótona, introvertida, sentado en
frente de una pantalla de ordenador y a lo sumo con la copa de
alcohol al lado del teclado o el cenicero infectado de colillas y el
cuarto apestando a humo, de manera que la única ventana que tienen
para salir al exterior es a través de sus propios personajes, sin tú
darte cuenta durante un año eras más Yésica que Paulo, Yésica
dominaba tus pensamientos, tus deseos, tu fluido vital se manifestaba
a través de su personaje y ahora es como si hubiese muerto parte de
ti mismo, es como si tú mismo hubieses terminado carbonizado en el
barranco de alguna colina, lo cual es bastante impactante para uno
mismo, recrear incluso su propia muerte es algo que sólo algunos
pueden hacer a través de este síndrome literario molecular, pero
que aunque es algo apócrifa no deja de ser doloroso para el propio
autor.
Paulo asentía en el
diván con la cabeza, sintiéndose aliviado de que su sintomatología
tenía una terminología psicológica y que no estaba al borde de la
locura como incluso su novia llegó a pensar cuando lo vio llorando
en la cama como un chiquillo la noche en que escribió que Yésica
moría, ahora Paulo sabía que Jorge lo podía ayudar con terapia
conductista hacia su propia estabilidad emocional.
Jorge le dio varias
opciones que tenía para sentirse mejor y superar su afligimiento,
primeramente podría introducir una variante en su novela y seguir
escribiendo que cuando le hacen el examen de adn al cuerpo
carbonizado que encuentran en el coche se dan cuenta que no
pertenecía a Yésica sino que fue la hermana gemela la que conducía
esa noche su coche, dándole como digo este giro a la novela y
teniendo por tanto la posibilidad de revivir a Yésica en su relato,
la segunda opción era hacer volver a Yésica a través de
apariciones misteriosas de su espíritu como si de un poltersgeist se
tratase, es decir a través de voces cuando la televisión estuviese
apagada, sobresaltos de cajones que se abrían a media noche,
bocanadas de aire frío que abrieran de par en par la ventanas o
apariciones de pintadas con carmín de pintalabios en los espejos de
la casa con frases tales como “Help me, I am here” (estoy aquí,
ayúdame), y redericcionar de nuevo la personalidad de Yésica desde
el otro mundo para manipular el final de la novela con un final
distinto en lo que a la pareja de enamorados se refiere, no
dejándolos ser felices ni siquiera desde el otro mundo.
Paulo preguntó a Jorge
donde estaba el baño a la vez que le explicó que esa segunda opción
de traer a una Yésica atormentada en el mas allá era algo que tenía
que meditar sopesadamente pero de entrada le pareció una idea
genial, y le levantó el ánimo sobremanera porque sintió en su
pecho una pasión profunda ante la posibilidad de poder volver a
darle vida a su personaje favorito.
Mientras Jorge condujo a
Paulo al baño, volvió a la habitación del diván y se encendió
otro cigarrillo mientras esperaba que Paulo volviese. Tras cinco
minutos volvió y se sentó en el diván, parecía desorientado,
venía con la cara mojada como si se hubiese echado agua en el
lavabo, quizás es porque ya sentía el agotamiento físico ya que
pasaba muchas horas escribiendo su novela de madrugada.
Jorge siguió con su
terapia y le dijo:
---Sé que las
posibilidades que te he dado de que vuelvas a hacer aparecer a Yésica
en la novela te han animado mucho y ha sido un deslumbramiento para
ti para revivir tu emoción, sin embargo como psicólogo tengo que
decirte cual es la mejor opción para tu descanso emocional y es que
aprendas a vivir haciendo desaparecer cuando sea necesario a tus
personajes. En el caso de la suplantación de personalidad que ha
supuesto para ti Yésica debes de saber superarlo y lo única manera
es que asumas su muerte, quizás para ello sería mejor que mates a
Yésica de una manera más letal, una bomba lapa quizás puesta en
los bajos de su coche por alguien que la odiara, o que alguien la
matara y la cortara después en pedazos, es decir debes de crear una
escena abominable, horrenda y macabra que no deje en tu mente ningún
resquicio de vida en la personalidad de Yésica, porque quizás la
escena del cuerpo carbonizado al fin y al cabo recrea en tu mente la
imagen de un cuerpo unitario que aunque quemado tiene forma y
estructura, sin embargo con una muerte letal ni siquiera recrearás
en tu mente un ataúd llevando su cuerpo a algún cementerio donde
rendirle culto porque su cuerpo ya sólo serían pequeñas moléculas
o átomos esperando convertirse en polvo mugriento, esto te hará
coger conciencia de la desaparición del personaje de Yésica para
siempre y te ayudará a centrarte en la narración de tu novela
basándote en los demás personajes. Jorge por último le dijo a
Paulo que siempre que volviese a sentir algún sentimiento de
tristeza por hacer desaparecer a alguno de sus personajes tenía que
hacer el siguiente ejercicio matutino delante del espejo, se pondría
delante de él y repetiría cinco veces seguidas, por ejemplo en el
caso de Yésica la siguiente frase:
“Yésica
estás muerta, yo te creé y yo te maté, sal de mí para siempre”,
en el caso de que su futuro personaje con el que sintiera el síndrome
literario molecular se llamase de otro nombre repetiría matinalmente
esta frase frente al espejo con el nuevo nombre y esto le supondría
recobrar su propia personalidad evitando la dicotomía que le
causaban algunos en su propia mente.
Paulo quedó impactado
cuando recreó en su mente este tipo de muerte que Jorge le explicaba
para Yésica y llegó hasta sentir rechazo del personaje al ver lo
que quedaría de su cadáver ya tan deteriorado y sin forma humana,
al fin y al cabo debía morir, era la malvada de su novela y todos
los lectores se alegrarían de su desaparición final, lo cual le
reconfortó mentalmente y salió del consultorio de Jorge más
aliviado y mentalizado de que al fin y al cabo Yésica sólo era
parte de un teclado y una pantalla que se encendía en su ordenador
cada vez que él abría el word, sólo era invención suya ya que él
tenía las claves para entrar en su ordenador y todo lo allí escrito
sólo lo podía hacer él mismo, por tanto era absurdo sentir
tristeza por algo inocuo, intangible sin vida real, sólo fruto de su
propia imaginación.
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