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viernes, 28 de junio de 2013

EL DESDOBLAMIENTO (FRAGMENTO DE LA TOGA Y EL DIVÁN II)




EL DESDOBLAMIENTO



YOLANDA PINTO



(Fragmento de la Toga y el 

Diván II)





Volvimos todos a la normalidad y Jorge me contó que esta tarde tenía un paciente nuevo que llegaría al consultorio a las 18.00 horas y que por eso ya quedaríamos en el fin de semana para ver el partido Barca-Valencia en el bar.
El paciente que esperaba Jorge llegó puntualmente a la cita llamando al timbre, Jorge se dirigió a la puerta a recibirlo y se encontró frente a sí a un hombre que parecía con aspecto perdido, iba vestido con una camisa blanca por encima de los vaqueros y tenía una barba de dos o tres días además de venir despeinado. El retrato visual que le hizo Jorge no le aseguraba mentalmente poderlo ubicar en una profesión específica, por lo que Jorge educadamente lo saludó y le invitó a pasar y sentarse en el diván, después de preguntarle los datos básicos de edad, nacionalidad, estado civil, si tenía hijos, si se encontraba trabajando etc…para hacerle la ficha, le preguntó:
---Pues dígame que le trae por aquí.
El paciente que se llamaba Paulo, le comentó primeramente a Jorge que era escritor de novelas, Jorge le respondió que se sentía orgulloso de tener entre sus pacientes a un escritor porque él era un enamorado del arte, Jorge sin dejar que Paulo avanzara en lo que le quería contar, le empezó a explicar que los escritores tienen el poder de moldear los estados emocionales de los lectores, te hacen sentir tristeza cuando el escritor quiere, o risa, o euforia o evasión, es algo parecido como el poder que tiene el músico y eso es maravilloso ser por unos momentos dueños de los sentimientos de los demás aunque sea ficticiamente cuando los lectores leen sus novelas.

Paulo le contestó a Jorge que era una buena apreciación pero que también el escritor sufría, y que eran más desgraciados que los músicos, Jorge al escuchar esta argumentación no comprendió lo que Paulo le quiso decir, invitándole a que se lo aclarase con más detalle.
De esta manara Paulo profundizó más en sus explicaciones y le dijo a Jorge que por ejemplo el músico compone una melodía o una canción y la puede disfrutar siempre que quiera a lo largo de su vida, la melodía no muere nunca, siempre que quiera puede volver a ella interpretándola una y otra vez sintiendo que sigue viva en el corazón y en la mente del músico que la creó, sin embargo esta capacidad de continuidad con su obra no la tiene el escritor, el escritor crea una novela, crea los personajes, y cuando la novela termina ahí acaba la unión profunda que tenía el escritor con sus personajes.
Precisamente Paulo le comentó a Jorge que para lo que pidió cita para ser recibido en el diván es porque llevaba una semana muy deprimido, incluso con llantos constantes, llegando incluso su novia que vivía con él a no poder comprender su estado de ánimo tan devastado y es por lo que se dio cuanta que necesitaba ayuda psicológica.
Jorge le preguntó que qué le había pasado para sentirse tan afligido o melancólico, Paulo se recostó buscando una posición más cómoda en el diván y seguidamente respondió:
Bueno en estos momentos voy casi por el final de mi cuarta novela, es una novela de suspense, donde hay una pareja que se ama pero tienen muchas dificultades puesto que aparece una tercera persona que intenta por celos evitar que la pareja de enamorados llegue a un desenlace feliz, realmente aunque a la gente le gusta ver como los enamorados llegan a reencontrarse y terminar juntos sin embargo la tercera persona que es una mujer obsesiva y manipuladora es la que realmente marca el interés de mi novela, porque ya se sabe que los personajes malos aunque finalmente hay que exterminarlos pero mantienen la trama de las películas y de las novelas.
Jorge escuchaba interesado por la exposición de Paulo, y se levantó un momento para ofrecerle un zumo de naranja que tenía encima de la mesa, vertió el zumo del tetrabric en un vaso de plástico que tenía para estos menesteres para los clientes y se lo alcanzó a Paulo que se encontraba tumbado y concentrado en el diván. Paulo dio un trago del zumo de naranja y le dio las gracias por el detalle a Jorge.
Jorge le dijo; sí, le estoy escuchando continué:
--Pues como le decía, no podía acabar la novela si Yésica que así se llamaba el personaje maligno en cuestión no hacía que desapareciese, y para ello imaginé que una noche conduciendo su Audi A1, desesperada hacia la casa de Héctor después de haber ingerido 6 cubatas de whisky en una discoteca, perdió el control de su coche en una curva cerrada, saliéndose el coche de la carretera y despeñándose por un barranco ocasionando la explosión e incendio del coche y la consiguiente muerte de Yésica.
Jorge le apuntó que era un final del personaje perverso creíble e interesante, por tanto no entendía de donde prevenía la tristeza que sentía ahora Paulo.
Paulo le respondió.---Pues sí la profunda tristeza y abatimiento lo sentí cuando después de describir la escena del accidente de coche apagué el ordenador como suelo hacerlo todas las noches cuando termino de escribir y me fui a la cama, ya dentro de la cama sentí una especie de ansiedad y de inquietud interior no pudiendo conciliar el sueño, de repente sentí como dos grandes lagrimones me corrían por mis mejillas empapando la almohada donde tenía recostada la cabeza, me di cuenta que algo de mi vida había perdido, que me encontraba en una situación de duelo y era porque Yésica había desaparecido no sólo de la novela sino también de mi vida.
--Jorge le dijo a Paulo que las novelas tienen un comienzo, un núcleo y un desenlace y que era normal que el escritor elaborara y narrara la historia, o sea que la historia no podía ser inamovible y los personajes eternos, sino que al igual que la vida misma la historia tenía que tener un final.


--Si así es respondió Paulo, soy escritor y es normal que mi trabajo es expresarle, narrarle una historia al público para mantener su interés y su atención hasta el final del libro, claro, pero mi problema es que yo llevo prácticamente un año escribiendo esta novela, su título es “Sombras en la oscuridad” y el personaje de Yésica que es el más intenso llevo dándole vida todo este largo tiempo, he pasado horas imaginando diálogos de Yésica con los demás personajes de la novela, situaciones que he creado para ella a lo largo de todo este año, la he hecho llorar, reír, desesperarse, amargarse, disfrutar sexualmente, divertirse, vengarse, intentar asesinar, seducir, hasta que finalmente la he matado, pero ahora que ya no puedo recrearla más en mi mente y no puedo ni siquiera imaginarla cuando me viene a la mente porque tengo que centrarme en los demás personajes con los que termina la novela, sin embargo siento un vacío interno que me tiene sorprendido, es como si una parte de mí me hubiera sido desgarrada y sin posibilidad de retorno porque Yésica debía de morir para poder llegar al desenlace de la novela.

Jorge, que lo escuchaba atentamente, se levantó de su silla y le preguntó a Paulo sino le importaba que fumara, a lo que Paulo no le puso ninguna objeción.
Jorge se dirigió a una pequeña mesita, y abrió el cajón donde guardaba su paquete de cigarrillos de la marca LM Light prendió el mechero, concentradamente estudió la llama, la acercó al final del cigarro mientras dio una fuerte calada para encenderlo, posteriormente expelió el humo que introdujo en sus pulmones y se acercó al diván para decirle a Paulo:
--Bueno creo que estás psicológicamente en una situación crítica, sufres lo que se denomina el síndrome literario molecular, que consiste en disgregar doblemente tu propia personalidad en la de algún personaje de tus novelas también, y cohabitar ambos en tu propio cerebro, seguramente durante todo este año que has estado escribiendo la novela, tu vida tenía emoción porque vivías a través de las experiencias de Yésica, sentías y padecías a través de su personalidad, en este sentido muchos escritores suelen padecer este síndrome ya que la vida del escritor es una vida monótona, introvertida, sentado en frente de una pantalla de ordenador y a lo sumo con la copa de alcohol al lado del teclado o el cenicero infectado de colillas y el cuarto apestando a humo, de manera que la única ventana que tienen para salir al exterior es a través de sus propios personajes, sin tú darte cuenta durante un año eras más Yésica que Paulo, Yésica dominaba tus pensamientos, tus deseos, tu fluido vital se manifestaba a través de su personaje y ahora es como si hubiese muerto parte de ti mismo, es como si tú mismo hubieses terminado carbonizado en el barranco de alguna colina, lo cual es bastante impactante para uno mismo, recrear incluso su propia muerte es algo que sólo algunos pueden hacer a través de este síndrome literario molecular, pero que aunque es algo apócrifa no deja de ser doloroso para el propio autor.

Paulo asentía en el diván con la cabeza, sintiéndose aliviado de que su sintomatología tenía una terminología psicológica y que no estaba al borde de la locura como incluso su novia llegó a pensar cuando lo vio llorando en la cama como un chiquillo la noche en que escribió que Yésica moría, ahora Paulo sabía que Jorge lo podía ayudar con terapia conductista hacia su propia estabilidad emocional.

Jorge le dio varias opciones que tenía para sentirse mejor y superar su afligimiento, primeramente podría introducir una variante en su novela y seguir escribiendo que cuando le hacen el examen de adn al cuerpo carbonizado que encuentran en el coche se dan cuenta que no pertenecía a Yésica sino que fue la hermana gemela la que conducía esa noche su coche, dándole como digo este giro a la novela y teniendo por tanto la posibilidad de revivir a Yésica en su relato, la segunda opción era hacer volver a Yésica a través de apariciones misteriosas de su espíritu como si de un poltersgeist se tratase, es decir a través de voces cuando la televisión estuviese apagada, sobresaltos de cajones que se abrían a media noche, bocanadas de aire frío que abrieran de par en par la ventanas o apariciones de pintadas con carmín de pintalabios en los espejos de la casa con frases tales como “Help me, I am here” (estoy aquí, ayúdame), y redericcionar de nuevo la personalidad de Yésica desde el otro mundo para manipular el final de la novela con un final distinto en lo que a la pareja de enamorados se refiere, no dejándolos ser felices ni siquiera desde el otro mundo.

Paulo preguntó a Jorge donde estaba el baño a la vez que le explicó que esa segunda opción de traer a una Yésica atormentada en el mas allá era algo que tenía que meditar sopesadamente pero de entrada le pareció una idea genial, y le levantó el ánimo sobremanera porque sintió en su pecho una pasión profunda ante la posibilidad de poder volver a darle vida a su personaje favorito.

Mientras Jorge condujo a Paulo al baño, volvió a la habitación del diván y se encendió otro cigarrillo mientras esperaba que Paulo volviese. Tras cinco minutos volvió y se sentó en el diván, parecía desorientado, venía con la cara mojada como si se hubiese echado agua en el lavabo, quizás es porque ya sentía el agotamiento físico ya que pasaba muchas horas escribiendo su novela de madrugada.

Jorge siguió con su terapia y le dijo:
---Sé que las posibilidades que te he dado de que vuelvas a hacer aparecer a Yésica en la novela te han animado mucho y ha sido un deslumbramiento para ti para revivir tu emoción, sin embargo como psicólogo tengo que decirte cual es la mejor opción para tu descanso emocional y es que aprendas a vivir haciendo desaparecer cuando sea necesario a tus personajes. En el caso de la suplantación de personalidad que ha supuesto para ti Yésica debes de saber superarlo y lo única manera es que asumas su muerte, quizás para ello sería mejor que mates a Yésica de una manera más letal, una bomba lapa quizás puesta en los bajos de su coche por alguien que la odiara, o que alguien la matara y la cortara después en pedazos, es decir debes de crear una escena abominable, horrenda y macabra que no deje en tu mente ningún resquicio de vida en la personalidad de Yésica, porque quizás la escena del cuerpo carbonizado al fin y al cabo recrea en tu mente la imagen de un cuerpo unitario que aunque quemado tiene forma y estructura, sin embargo con una muerte letal ni siquiera recrearás en tu mente un ataúd llevando su cuerpo a algún cementerio donde rendirle culto porque su cuerpo ya sólo serían pequeñas moléculas o átomos esperando convertirse en polvo mugriento, esto te hará coger conciencia de la desaparición del personaje de Yésica para siempre y te ayudará a centrarte en la narración de tu novela basándote en los demás personajes. Jorge por último le dijo a Paulo que siempre que volviese a sentir algún sentimiento de tristeza por hacer desaparecer a alguno de sus personajes tenía que hacer el siguiente ejercicio matutino delante del espejo, se pondría delante de él y repetiría cinco veces seguidas, por ejemplo en el caso de Yésica la siguiente frase:
Yésica estás muerta, yo te creé y yo te maté, sal de mí para siempre”, en el caso de que su futuro personaje con el que sintiera el síndrome literario molecular se llamase de otro nombre repetiría matinalmente esta frase frente al espejo con el nuevo nombre y esto le supondría recobrar su propia personalidad evitando la dicotomía que le causaban algunos en su propia mente.

Paulo quedó impactado cuando recreó en su mente este tipo de muerte que Jorge le explicaba para Yésica y llegó hasta sentir rechazo del personaje al ver lo que quedaría de su cadáver ya tan deteriorado y sin forma humana, al fin y al cabo debía morir, era la malvada de su novela y todos los lectores se alegrarían de su desaparición final, lo cual le reconfortó mentalmente y salió del consultorio de Jorge más aliviado y mentalizado de que al fin y al cabo Yésica sólo era parte de un teclado y una pantalla que se encendía en su ordenador cada vez que él abría el word, sólo era invención suya ya que él tenía las claves para entrar en su ordenador y todo lo allí escrito sólo lo podía hacer él mismo, por tanto era absurdo sentir tristeza por algo inocuo, intangible sin vida real, sólo fruto de su propia imaginación.












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