EL PROSTÍBULO
(FRAGMENTO DE MI NOVELA EL PROCESO DIABÓLICO)
Yolanda Pinto
Por fin comencé a andar a gran
velocidad hacia mi apartamento, mis neuronas no llegaban a analizar o
codificar toda la información que debía de digerir por lo que había
presenciado esta noche. Por fin llegué agotado a mi portal, metí la
llave en la cerradura, la giré y entré en él, prendí la luz del
mismo y como no tenía ascensor comencé a subir las escaleras hasta
el tercer piso donde se encontraba mi casa, subía las escaleras de
dos en dos por la ansiedad de llegar lo más rápido posible,
desvestirme y meterme en la cama.
Por fin entré en mi apartamento,
entré en mi habitación y lo primero que hice antes de quitarme la
ropa fue guardar el arma en el fondo de un cajón donde guardaba los
calzoncillos y los calcetines, posteriormente me desvestí totalmente
y me tumbé por fin en la cama, había sido una noche muy larga, me
propuse dormir rápido sin embargo había algo que aún golpeaba mi
mente como un martillo mientras yacía boca arriba en la cama,
pensamientos que no dejaban de entorpecer mi descanso, pero no
acudían con claridad a mi consciente, más bien vivían en mi
subconsciente sin poderlos descifrar desde un nivel real o explícito
sino que se encontraban en una esfera virtual.
Todo lo que había vivido hoy había
sido tan intenso y abominable, tan sólo yo deseaba comprar un arma y
me ví envuelto en toda una trama mafiosa y tenebrosa.
¿“Club de
Algeciras”'?, pensé por un momento, en la conversación última
que Ionel mantuvo con Luo, cuando le habló de las fulanas del club
de Algeciras, la verdad me sorprendió porque tenía muchos amigos
que frecuentaban los clubs de alterne pero ninguno me dijo nunca que
había un club de chinas en Algeciras.
¿Y el chino del ojo de colores y la
muela de oro? Recordaba haberlo visto en algún lugar, pero con la
espesura que tenía ahora mi mente y el cansancio no lograba ubicarlo
en el tiempo.
Me levanté a beber un vaso de agua,
aunque cansado estaba sediento, seguramente por el esfuerzo que hice
cavando esa lóbrega zanja.
El apartamento estaba totalmente en
silencio, no quería despertar a nadie con mis pisadas hasta la
cocina, de manera que no me calcé los zapatos, recorrí lentamente
el camino hasta la encimera y llené de agua del grifo uno de los
vasos de cristal que había secándose sobre la misma.
Sediento comencé a beber el agua
tibia del vaso, mientras tragaba se me ocurrió una idea un poco
macabra pero quizás real, comencé a atar cabos de lo que había
visto y escuchado esta noche.
Recordé el título de un
libro de Luo que me llamó poderosamente la atención “Cine gore
chino”, y lo conexioné con la personalidad tan arrogante, ególatra
de Ionel, el cuerpazo que sabía tener, forjaron en el un narcisismo
exacerbado que notabas a simple vista cuando lo tenías delante,
también me resultó extraño que Ionel se prestara a sacar su móvil
para alumbrar la escena del enterramiento haciéndonos creer que
alguien podría percatarse de los faros encendidos del Austin al lado
de la zanja, lo que resultó bastante extraño porque el camino
estaba totalmente apartado, ningún vehículo se acercaba ni de lejos
cuando el se empeñó a alumbrar con su móvil y apagar los faros del
Austin.
Toda esta serie de
coincidencias le dio que pensar a Freddy si quizás estos dos
grabaran las ejecuciones o inhumaciones que realizaran juntos o por
separado. Quién sabe si lo que realmente Ionel estaba haciendo con
el móvil no era alumbrar la escena como él nos quiso hacer creer
sino que estaba grabándola y después recibía dinero vendiendo ese
material a sádicos o colgándolo en internet para su sólo regocijo
de su ego.
Freddy dejó el vaso
vacío dentro del fregadero y sintió el impulso de ir hacia su
ordenador, encenderlo y buscar material de este tipo en los vídeos
subidos al Youtube, pero se encontraba demasiado cansado ya por hoy,
de manera que prefirió chequearlo mañana y ahora tumbarse a dormir
en la cama.
Exhausto por la hora que
era, cayó como un plomo encima del colchón, se quedó mirando de
hito en hito el techo pensativo cuando por fin recordó donde había
visto al chino de la muela de oro.
Luo en la conversación que
tuvimos en el salón dijo su nombre, se llamaba Chen, sería bueno
recordar desde ahora su nombre por si me servía esta información
para algo.
Ahora
ubiqué en mi fatigada mente por fin el lugar exacto en que vi a ese
tal Chen, fue hacía algún tiempo, casi dos meses atrás, durante
una noche en la que mi amigo Sebastián y yo salimos a comer al
restaurante chino “La gran muralla”, ahora creo que lo cambiaron
a un wok con el mismo nombre, según vi una noche que pasé con el
coche por ahí, pero la noche que fui con Sebastián todavía era un
restaurante chino tradicional.
La noche que acudimos Sebas y yo
pedimos el menú chino tradicional con alguna variante, rollito de
primavera, sopa de tiburón, tallarines tres delicias, arroz frito
con pollo, recuerdo que además bebimos algunas cervezas, no recuerdo
el número pero serían alrededor de unas 4 o 5 de ellas, a Sebas y a
mí nos gustaba mucho beber, nos divertíamos evadiéndonos y
contando historias de las chicas con las que habíamos estado este
último mes y anécdotas del teatro. Sebastián había obtenido un
papel secundario en un corto de un director madrileño algo
consagrado por el que cobraría unos 3000 euros y esa noche habíamos
salido a celebrarlo. Su padre era el director de Renfe de Algeciras
lo que le dotaba de una buena posición social, portaba un reloj Tag
Heuer en su muñeca fruto de un regalo de su madre en el día de su
23 cumpleaños y siempre iba perfectamente conjuntado con todo tipo
de marcas de ropa, a pesar de su aspecto pijo era una persona
encantadora y muy leal.
A Sebas le encantaba venir a comer al
restaurante chino en especial para tomar la cerveza china Tsingtao,
pues no encontraba otros locales de copas donde poder tomarla, esta
cerveza tenía un sabor amargo, apaga bien la sed y según me contaba
tenía un sabor parecido a la cerveza holandesa. Sebas era un
entendido de cervezas y en especial de la holandesa porque había
vivido un año en Eindhoven.
Terminamos de cenar y solicitamos al
camarero chino que nos trajera la cuenta, sin hablar nos respondió
con la cara con un gesto positivo y se dirigió hacia la caja, al
cabo de un rato apareció frente a nosotros el chino de los ojos de
colores y la muela de oro, a Sebas y a mí nos llamó poderosamente
la atención la fisionomía de este chino, era inconfundible a la
hora de tener que reconocerlo en una rueda de reconocimiento por
ejemplo. Era de las pocas personas que había visto en mi vida que no
hacía falta que fueran documentados porque en cualquier comisaría
que se presentase, el policía de turno al ver su imagen digitalizada
en el ordenador no iba a tener ninguna duda en reconocerlo de
inmediato aún sin tarjeta de residencia o pasaporte.
Este chino llamado Chen, según dijo
Luo, como digo se acercó a nuestra mesa y nos trajo la nota en una
carpeta de piel negra donde dentro había una pequeña bandeja de
plata sobre la que se posaba la factura.
--Espero que les haya gustado la
comida, invita la casa a un una copa, Chen, se dirigió a la
estantería de botellas y trajo dos copas y una botella con insignias
chinas.
--¿Licor de lagarto no? Dijo Sebas,
creyéndose muy listo.
--No, no este se llama Licor Xifeng,
está producido en el distrito de Fengxiang, provincia de Shaanxi, es
uno de nuestros licores más antiguos y favorece para curar la
fatiga, nutrir los pulmones y la sangre, es algo balsámico y
restituyente, pruébenlo y me dirán como se sienten. Invita la casa,
pero no a una sola copa, aquí les dejo lo que queda de la botella.
(La botella se encontraba medio llena).
--Gracias dijo Sebas, me encanta la
comida china, y en especial la cerveza Tsingtao, la tomo desde hace
muchos años, siempre que vengo a algún restaurante chino la pido.
--Sí claro, dijo Chen cortésmente,
es una cerveza muy buena.
--Gracias por la hospitalidad, aquí
tiene el dinero de la factura, cóbrese, le contestó Sebas
animadamente al ver el regalo de la botella del licor Xifeng.
¿Ves? Me dijo Sebas mientras volcaba
la botella en nuestras dos copas de cristal para llenarlas de licor.
--No hay nada mejor hoy día en servicio que los restaurantes chinos,
ya te lo he dicho muchas veces, son gente humilde, servicial, barata
y discreta. Saben tratar al público, por eso siempre sus locales
están llenos o semillenos, pero saben rebatir a la crisis, son muy
listos estos orientales, te meten en el bolsillo en un santiamén,
dijo Sebas convencido de sus pensamientos y de la inocencia de los
chinos.
El licor Xifeng tenía muy buen sabor,
era algo afrutado y causaba un efecto de cierto relax que te
impulsaba a seguir bebiéndolo, de esta manera no cejamos en seguir
llenando nuestras copas y disfrutar del espléndido obsequio que Chen
parecía habernos regalado.
Una vez que nos finiquitamos la
botella, nos levantamos Sebas y yo de la mesa, y nos dirigimos al
mostrador donde se encontraba Chen para darle las gracias por tan
maravillosa hospitalidad y consideración hacia nosotros,
prometiéndole que volveríamos pronto, sin embargo antes de terminar
nuestras frases, el chino nos habló un poco sigiloso acercándose lo
más que podía a nuestras caras y nos dijo:
--Para mis mejores clientes, aún
tengo más sorpresas, si quieren pueden subir, arriba tengo
habitaciones con chicas, seguro que no os arrepentís, son unas
preciosidades, directas de la provincia de Sichuan.
Sebas que era bastante putero se
entusiasmó con la propuesta de Chen.
--¿Cuanto valen? Preguntó Sebas a
Chen.
--30 euros media hora por ser
vosotros.
--Está bien dijo Sebas ¿Por donde
subimos?
--Al lado de la puerta del cuarto de
baño, hay una cortina, correrla y encontraréis la escalera que sube
a la planta superior, las chicas están en un vestíbulo que hay,
elegir la que os guste y entráis en cualquiera de las habitaciones,
no os preocupéis, que aquí está todo muy limpio y las chicas pasan
constantemente controles sanitarios, dijo Chen con aire de gran
amabilidad.
--Está bien, cóbrese 60 euros con la
tarjeta, yo cogeré una y mi amigo otra. Un día es un día dijo
Sebas disimulando que en el fondo era un putero empedernido.
Sebas era de ese tipo de tíos de
doble moral, creo que lo llevaba en la sangre por el tipo de
educación rancia y de antiguo abolengo que tenía su familia, su
madre había colgado los hábitos y se salió del convento de las
Carmelitas de Córdoba casándose con su primo el cual era el padre
de Sebas de esta manera en su casa había aprendido las más rígidas
normas morales, acudiendo la familia entera todos los domingos a misa
de 5, donde se confesaban y tomaban la ostia, a él su familia lo
envió a estudiar el Bachiller al colegio de los Hermanos Maristas en
Granada, posteriormente estudió la carrera de Arte Dramático y
ahora se perfeccionaba en las clases de Teatro a las que acudía yo.
En la actualidad Sebas vivía en
pecado con su novia Esther, a la cual conoció en la red social
meetic por internet, y esta situación enfurecía muchísimo en
especial a su madre. Sin embargo aunque Sebas se había salido un
poco del tiesto , mantenía en sus costumbres externas algo de la
rigidez educacional que aprendió en su casa.
La relación de Sebas con su novia al
principio parecía ir bien, se enamoraron o eso pensaron ellos y se
fueron a vivir juntos a un apartamento que alquilaron por 300 euros,
en poco tiempo ambos se obligaron a revelarle al otro sus nicks y
contraseñas en el messenger, twitter, facebook, tuenti, meetic,
match, Badoo, Myspace, Hi5, Linkedin, Tagged etc... y en general en
todas las redes sociales en las que estaban apuntados antes de
formalizar su relación. Posteriormente el instinto de posesión fue
mayor y ya hasta se obligaron mutuamente a borrarse en todas estas
redes sociales.
Renunciaron a todo esto por su amor,
confiando en que el uno colmaría todas las necesidades
físico-afectivas del otro en todas sus vertientes, como digo, ya
sólo se quedaban ellos mismos y el universo, mirarse sus caras uno
al otro sin ningún atisbo de aventura exterior, el sacrificio por su
amor no tenía parangón, pero con el paso de los meses su vida se
empezó a tornar monocorde, gris y aburrida, demasiado asfixiante
para los dos, se dieron cuenta que ya no se deseaban tanto el uno al
otro y realmente no tenían nada emocionante que contarse.
El notaba que la sonrisa de ella que
antaño lo había enamorado y que tanto le producía libertad y
lujuria se tornó en una sonrisa cínica carcelaria que
subliminarmente le comunicaba “Eres mio y tú no sales del redil”,
por su parte ella también notaba que la mirada seductora y
cautivadora de él que un día la conquistó y la llenó de dicha se
había vuelto en una mirada marmórea y desafiante que le transmitía
el mensaje de “Eres mía y tú no sales del corral”, en el fondo
se convirtieron en dos víctimas de sus propios instintos posesivos,
y toda esta situación desembocó como cabía de esperar en el hecho
de que ambos empezaron a buscar nuevas válvulas de escape, emoción
y placer aunque a escondidas del otro, Sebas se aficionó a las putas
y Esther se aficionó a masturbarse viendo películas pornos en
internet pero sin la presencia de su novio.
Un día que Sebas volvió de las
clases de teatro, entró en la casa y sorpresivamente escuchaba la
voz de Esther diciendo:--- Ohhhhhhhhh sí sí¡¡¡ Se asustó
muchísimo pensando que podría estar en la cama con otro pero cuando
abrió su habitación se la encontró desnuda con las piernas
abiertas en la silla, acariciándose sus genitales y sus pechos
mientras miraba la pantalla del ordenador. Esther al percatarse de su
presencia cerró de un golpe la pantalla del pc portatil y le gritó
diciéndole: --¿Pero porqué entras sin llamar? --Respeta un poco mi
intimidad, mientras se incorporaba y trataba de buscar las bragas por
algún lugar del suelo.
En definitiva esta relación ya estaba
bastante deteriorada pero Sebas la mantenía quizás por esas valores
tradicionales en los que se había criado. Pero esto no le obviaba de
mantener múltiples relaciones sexuales no sólo con prostitutas sino
con otras mujeres sin pago, se hizo un nick y una contraseña nuevos
en varios chats y quedaba con chicas de otras ciudades de España
para no levantar sospechas en Algeciras de manera que se jactaba
entre nosotros de que era el único de la pandilla al que le salían
los polvos gratis, y eso lo decía porque cuando quedaba con mujeres
en otras ciudades ni siquiera se gastaba un duro en gasolina sino que
viajaba con los bonos gratuitos que tenía su padre en casa para el
tren, de manera que se movía por todo el territorio nacional
engañando a la familia y a la novia diciéndoles que acudía a
castings para intentar buscar una oportunidad en su profesión.
Bueno volviendo al tema del prostíbulo
que tenía Chen en su restaurante, una vez que Sebas pagó los 60
euros nos dispusimos a subir a la planta de arriba. De repente
mientras andábamos me di cuenta que se me nublaba la vista, miré a
Sebas y empezaba a verlo desdoblado, desenfocado. Corrimos la cortina
y efectivamente había una pequeña escalera de marmol gris con una
balaustrada de hierro forjado negro muy sencillo. Llegamos por fin al
hall y nos encontramos con unas 6 chinitas que rondarían los 18 años
o menos, debido a la poca complexión de las mujeres chinas y a su
cara aniñada que mantienen prácticamente en toda su juventud, no
podía discernir su edad sólo con la mirada.
Pero empecé a preocuparme porque no
podía fijarme en ellas con propiedad, a todas las empezaba a ver
desdobladas y desenfocadas, hasta el punto que no escuchaba bien las
voces, y la decoración, los sofás, la alfombra, el tapiz chino que
había colgado en una de las paredes del hall y el gran espejo
enmarcado en pan de oro con múltiples relieves corintios se nublaban
a la fijación de mis ojos. Achaqué esta pérdida de visión al
efecto del alcohol, la verdad que bebimos bastante, las 4 cervezas
Tsingtao y la mitad de la botella de licor Xingfen, pero recordaba
haber bebido en muchas ocasiones mucho más alcohol, en fiestas, en
reuniones, en botellones, y no tener estos efectos, a lo sumo solía
sobreexitarme y estar más eufórico y hablador, pero no tenía
visiones desdobladas y desenfocadas de las cosas, esta sensación era
la primera vez que las sufría.
Mientras veía todo nublado, apareció
de una habitación una Sra. mayor entrada en carnes de unos 60 años
de edad, vestida con un ridículo vestido de charleston negro y una
cinta alrededor de la frente en la que tenía pegada una larga pluma
negra que le sobresalía por la cabeza. La especie de falda
extrafalaria de flecos negros que vestía esta Sra. mostraba la
flaccidez y el volumen de sus repugnantes muslos, el corpiño
abotonado que tenía en su torso, dejaba adivinar unos grandes y
caídos pechos como las ubres de una vaca y su cara mostraba a pesar
de la pintura excesiva que llevaba, las ojeras profundas y hundidas
de la que ha llevado muy mala vida. Su aspecto en conjunto era
ordinario y soez, observándola era la viva imagen del refrán “A
la puta y al barbero en la vejez los espero”.
La Sra. por su indumentaria y sus años
se intuía que era la madame de todas la chinas.
Nos agarró fuertemente a Sebas y a mí
por las manos, acercándonos a las chicas y comenzando a rozar
nuestras manos por las nalgas y los pechos de las chicas y comenzó a
alzar la voz diciendo, en un acento afrancesado:
--Voalaaaaaáá, qué chicos tan
guapos, estos garcons seguro que ya probaron nuestro exquisitos
rollitos de primavera pero ahora es el momento de que prueben nuestro
chochitos de primavera que es la mejor delicia que pueden probar en
muchos metros a la redonda.
--C´ est ici l´amour y le plaisir,
la vie es rosaaaaaaaaaa¡¡
Intenté centrar todos mis sentidos ya
que la vista se me tornaba más turbia cada vez, hasta el extremo que
no podía ya diferenciar si la madame tenía el rojo carmín corrido
de su siliconados labios o era el efecto de mi visión desdoblada y
confusa de las cosas.
--Chicos, continúo diciendo la
madame, no os cortéis, ¿Qué queréis un trío, un francés al
natural, un griego, beso negro, azotes, esposas, bondage, penetración
anal, lluvia dorada, hidromasaje caliente? Todo lo que alguna vez
soñásteis hacer realidad ahora lo podéis cumplir en el templo del
placer oriental.
Sebas y yo torcimos nuestras cabezas
para fijar nuestras pupilas en las pupilas del otro, con un
pensamiento mutuo de que algo raro se cocía en aquel lugar. ¿cómo
por 30 míseros euros nos podían ofrecer tantos servicios?
--Bueno chicos, vosotros diréis, dijo
la madame.
Sebas a pesar del acento titubeante de
su habla por el efecto del alcohol, dijo:
--Sra. con todos mis respetos quiero
decirle una cosa:
--No sé qué clase de maricones se
habrá topado usted en Francia o en China para tener que enseñar a
sus discípulas tantas y variadas prácticas sexuales, pero quiero
que sepa que usted está aquí hablando con un pura sangre española
y le aseguro que cuando a mí me gusta la tía yo me excito y me
corro sin ningún problema con la mismísima postura del misionero,
dijo mientras se reía en plan vacilón y con guasa. Así que Sra.
después de lo que he comido y bebido prefiero un servicio standart,
me gusta esta chica, dijo mientras abrazaba por el cuello y la pegaba
hacia su cuerpo a una de las prostitutas que llevaba un diminuto
bikini dorado con la parte de abajo en forma de tanga y unos altos
zapatos de tacón de aguja negros.
--Yo, repuse igual, me quedo con esta
otra, dije abrazando por la cintura a otra chinita que llevaba un
sujetador negro y unas bragas tanga con un ligero que se sujetaba a
unos medias de red negras.
--Mientras me encaminaba con mi chica
hacia la habitación a la que ella me conducía mi visión se tornó
aún más nebulosa, sentía calambres en los piernas y me costaba ya
incluso trabajo mantenerme en pie. Me fijé en el caminar de Jorge
mientras iba abrazado a la otra fulana hacia otra habitación y vi
que incluso trastabilló con uno de sus pies e iba tambaleándose
considerablemente.
Todo en este lugar era tan
extravagante y raro, para empezar ¿Qué hacía esta extraña mujer
francesa con este grupo de chinas? ¿Quizás es porque ellas eran
unas pobres inocentes que tenían que tener una mentora que les
enseñase los secretos del placer? ¿O quizás es que estas pobres
chicas no hablaban español y estaban como pajaritos desnudos y
enjaulados en un país extranjero?
Entré por fin en la habitación,
recuerdo vagamente los hechos, pero mi memoria atisba ubicar dentro
de la habitación un bidet donde la chinita me lavó mis partes
intimas y posteriormente me las secó con una toalla.
La china se arrodilló delante mía y
con el gesto de quererme colocar el condón desde su boca, el cual lo
tenía en los labios, mi subconsciente me jugó una mala pasada y no
estando seguro de sus intenciones y de que quizás iba a morderme en
el glande la aparté de mí con un empujón.
La china descolocada, no entendía que
me pasaba, casi ya no la veía con claridad, sólo dislumbraba
sombras nebulosas a través de la habitación, sentí como mis
rodillas golpearon contra el suelo a la vez que pude oír que la
china me decía algo en el oído, sentí que me metió algo en el
bolsillo, y finalmente caí redondo al suelo, perdiendo por un rato
la conciencia.
Pasaron algunos minutos y pude volver
a abrir los ojos, visionando que todo me daba vueltas alrededor, con
la poca fuerza física que me quedaba empecé a andar a gatas para
salir de aquel andro de perversión, no podía pensar con claridad
pero mi instinto de salvación hizo que llegase a abrir el pomo de la
puerta, el pasillo tenía puertas a la izquierda y a la derecha,
arrastrándome por el suelo llegué a la puerta que momentos antes vi
a Sebas entrar con su china y dando golpes en la puerta, por fin la
china abrió la puerta a la par que salió huyendo de la habitación
detrás mía.
Me sentí al menos aliviado porque
encontré a Sebas encima de la cama, no estaba lo que se suele decir
en la posición del misionero que él tanto pregonó antes de irse
con la china sino que se encontraba semiinsconciente encima de la
cama con las piernas abiertas y los brazos en cruz.
Como pude lo saqué de la habitación
a rastras, pasando su brazo por mi cuello y tirando de él, ambos
bajamos las escaleras huyendo para siempre de aquel misterioso y
siniestro lugar.
Salimos a la carretera e hice el
ademán de llamar a un taxi, finalmente nos llevó uno hasta la casa
de Sebas, entre yo y el taxista lo subimos a hombros hasta su
apartamento, nos abrió la puerta la novia, y le comenté que no
habíamos hecho nada malo sólo beber y que el alcohol le sentó mal
esa noche a Sebas, así que lo mejor que podía hacer era dejarlo
descansar.
Finalmente el taxista me acercó a mi
apartamento, le dí una propina por lo que nos había ayudado y el
taxista abandonó el portal de mi casa para seguir con la rutina de
la noche.
Finalmente caí rendido a mi cama, ni
tan siquiera me quité la ropa sino que me tumbé en ella tal cual,
dormí profundamente 14 horas y me desperté con un fuerte dolor de
cabeza y aún algo mareado, no recordando con propiedad todo lo que
había acontecido la noche anterior en aquel prostíbulo.
Me preguntaba si Sebas ya se sentiría
mejor, y sentí la tentación de llamarlo, metí mi mano en mi
bolsillo derecho donde tenía el móvil, lo saqué y cuando fui a
marcar el número de Sebas me percaté que del bolsillo también
había sacado un trozo de papel rasgado con letras escritas.
Aturdido aún por tantos sobresaltos,
me incorporé un poco de la cama y miré con atención lo que tenía
escrito el papel, las palabras estaban escritas en inglés con
bolígrafo negro y se podía leer: I, M ONLY FOURTEEN, PLEASE CALL
THE POLICE. (tengo sólo 14 años, por favor llama a la policía)
¿Pero de donde había surgido esta
nota? Rebobiné en mis pensamientos y caí vagamente que antes de
desplomarme de rodillas en la habitación del prostíbulo desvanecido
sentí que la chinita metió algo en mi bolsillo y ahora me percaté
de que esa nota la había escrito ella.
Podría ser que el contenido de la
nota fuese real y que el tal chino Chen se dedicara a la trata de
personas para traerlas de China engañadas y después aquí
esclavizarlas y prostituirlas, pero también podía ser una trampa de
la china aleccionada por Chen para hacernos volver y extorsionarnos o
drogarnos de nuevo con alguna finalidad.
Agotado aún por todo lo sucedido
decidí seguir durmiendo más tiempo, prefería relajarme y ya por la
tarde llamaría a Sebas para contarle este asunto de la nota.
Me encontraba profundamente dormido
cuando oí el sonido de mi móvil, me desperté desorientado y miré
la hora de mi reloj de muñeca y vi que eran las 19.20 horas de la
tarde, saqué de mi bolsillo el móvil y vi en la pantalla el nombre
de Sebas destelleando, descolgué de inmediato y finalmente oí su
voz:
--Hola Freddy, quería hablar contigo,
dijo Sebas desde el otro lado del teléfono, con voz susurrante.
--Hola le contesté, vaya una noche
que tuvimos más movidita un poco más y nos quedamos a dormir en el
prostíbulo del chino ese.
--Me encuentro fatal, la cabeza me
duele mucho, y de mareos y punzadas en las sienes, la verdad que no
sé qué coño nos dio el chino ese de beber, dijo Sebas indignado.
--Sí yo me siento igual, gracias a
dios que por lo menos salimos de allí por patas.
--Sí pero no te llamo tanto para
hablar de eso, de más grave, cuando me he despertado me he dado
cuenta que me falta el reloj que me regaló mi madre, no lo tengo en
la muñeca, además de una tarjeta de crédito, la del BBVA.
--¿No me digas?, pues entonces ya has
visto para qué nos drogaron con ese licor que nos dio el chino, ese
lugar es un andro mafioso, dirigido a realizar cualquier tipo de
hecho delictivo ya sea hurtar, estafar, incluso te diría más, creo
que ese chino es un traficante de mujeres, se dedica a la trata de
personas. Deberíamos denunciarlo y que vaya la policía a investigar
qué ocurre en ese prostíbulo.
--Llevas razón, pero yo no quiero
figurar en ninguna denuncia, si mi novia se entera que estuve
buscando mujeres va a romper la relación y se va a ir de casa, la
verdad dejemos las cosas así, no puedo arriesgarme a que toda mi
familia también se entere de que frecuento las putas.
--Está bien, repuse comprensivamente,
olvidémonos de ese mísero lugar, yo ahora me ducharé y bajaré al
burguer a comer algo.
Colgué el teléfono para dejar a
Sebas descansar, aunque sabía interiormente que quizás hubiera sido
más diligente por nuestra parte denunciar los hechos a las
autoridades policiales, en ese momento fuí leal a la amistad que
tenía con mi amigo y no quise que se abrieran unas diligencias en
las que seguramente nos citarían para declarar y ampliar nuestra
denuncia con el consiguiente perjuicio que para él tendría con su
pareja y su familia y pasado algún tiempo aunque se me pasó por la
cabeza en alguna ocasión hablar con algún policía sobre estos
hechos, sin embargo me encontraba maniatado por ser portador de un
arma sin licencia, lo que quizás podría llegar a sus oídos y
empeorar mi situación, de manera que todo quedó por una cosa o por
otra sin denunciar.
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