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miércoles, 6 de marzo de 2013

EL PROSTÍBULO


EL PROSTÍBULO
(FRAGMENTO DE MI NOVELA EL PROCESO DIABÓLICO)


Yolanda Pinto



Por fin comencé a andar a gran velocidad hacia mi apartamento, mis neuronas no llegaban a analizar o codificar toda la información que debía de digerir por lo que había presenciado esta noche. Por fin llegué agotado a mi portal, metí la llave en la cerradura, la giré y entré en él, prendí la luz del mismo y como no tenía ascensor comencé a subir las escaleras hasta el tercer piso donde se encontraba mi casa, subía las escaleras de dos en dos por la ansiedad de llegar lo más rápido posible, desvestirme y meterme en la cama.
Por fin entré en mi apartamento, entré en mi habitación y lo primero que hice antes de quitarme la ropa fue guardar el arma en el fondo de un cajón donde guardaba los calzoncillos y los calcetines, posteriormente me desvestí totalmente y me tumbé por fin en la cama, había sido una noche muy larga, me propuse dormir rápido sin embargo había algo que aún golpeaba mi mente como un martillo mientras yacía boca arriba en la cama, pensamientos que no dejaban de entorpecer mi descanso, pero no acudían con claridad a mi consciente, más bien vivían en mi subconsciente sin poderlos descifrar desde un nivel real o explícito sino que se encontraban en una esfera virtual.
Todo lo que había vivido hoy había sido tan intenso y abominable, tan sólo yo deseaba comprar un arma y me ví envuelto en toda una trama mafiosa y tenebrosa.

¿“Club de Algeciras”'?, pensé por un momento, en la conversación última que Ionel mantuvo con Luo, cuando le habló de las fulanas del club de Algeciras, la verdad me sorprendió porque tenía muchos amigos que frecuentaban los clubs de alterne pero ninguno me dijo nunca que había un club de chinas en Algeciras.
¿Y el chino del ojo de colores y la muela de oro? Recordaba haberlo visto en algún lugar, pero con la espesura que tenía ahora mi mente y el cansancio no lograba ubicarlo en el tiempo.
Me levanté a beber un vaso de agua, aunque cansado estaba sediento, seguramente por el esfuerzo que hice cavando esa lóbrega zanja.
El apartamento estaba totalmente en silencio, no quería despertar a nadie con mis pisadas hasta la cocina, de manera que no me calcé los zapatos, recorrí lentamente el camino hasta la encimera y llené de agua del grifo uno de los vasos de cristal que había secándose sobre la misma.


Sediento comencé a beber el agua tibia del vaso, mientras tragaba se me ocurrió una idea un poco macabra pero quizás real, comencé a atar cabos de lo que había visto y escuchado esta noche.
Recordé el título de un libro de Luo que me llamó poderosamente la atención “Cine gore chino”, y lo conexioné con la personalidad tan arrogante, ególatra de Ionel, el cuerpazo que sabía tener, forjaron en el un narcisismo exacerbado que notabas a simple vista cuando lo tenías delante, también me resultó extraño que Ionel se prestara a sacar su móvil para alumbrar la escena del enterramiento haciéndonos creer que alguien podría percatarse de los faros encendidos del Austin al lado de la zanja, lo que resultó bastante extraño porque el camino estaba totalmente apartado, ningún vehículo se acercaba ni de lejos cuando el se empeñó a alumbrar con su móvil y apagar los faros del Austin.
Toda esta serie de coincidencias le dio que pensar a Freddy si quizás estos dos grabaran las ejecuciones o inhumaciones que realizaran juntos o por separado. Quién sabe si lo que realmente Ionel estaba haciendo con el móvil no era alumbrar la escena como él nos quiso hacer creer sino que estaba grabándola y después recibía dinero vendiendo ese material a sádicos o colgándolo en internet para su sólo regocijo de su ego.
Freddy dejó el vaso vacío dentro del fregadero y sintió el impulso de ir hacia su ordenador, encenderlo y buscar material de este tipo en los vídeos subidos al Youtube, pero se encontraba demasiado cansado ya por hoy, de manera que prefirió chequearlo mañana y ahora tumbarse a dormir en la cama.
Exhausto por la hora que era, cayó como un plomo encima del colchón, se quedó mirando de hito en hito el techo pensativo cuando por fin recordó donde había visto al chino de la muela de oro.
Luo en la conversación que tuvimos en el salón dijo su nombre, se llamaba Chen, sería bueno recordar desde ahora su nombre por si me servía esta información para algo.



Ahora ubiqué en mi fatigada mente por fin el lugar exacto en que vi a ese tal Chen, fue hacía algún tiempo, casi dos meses atrás, durante una noche en la que mi amigo Sebastián y yo salimos a comer al restaurante chino “La gran muralla”, ahora creo que lo cambiaron a un wok con el mismo nombre, según vi una noche que pasé con el coche por ahí, pero la noche que fui con Sebastián todavía era un restaurante chino tradicional.
La noche que acudimos Sebas y yo pedimos el menú chino tradicional con alguna variante, rollito de primavera, sopa de tiburón, tallarines tres delicias, arroz frito con pollo, recuerdo que además bebimos algunas cervezas, no recuerdo el número pero serían alrededor de unas 4 o 5 de ellas, a Sebas y a mí nos gustaba mucho beber, nos divertíamos evadiéndonos y contando historias de las chicas con las que habíamos estado este último mes y anécdotas del teatro. Sebastián había obtenido un papel secundario en un corto de un director madrileño algo consagrado por el que cobraría unos 3000 euros y esa noche habíamos salido a celebrarlo. Su padre era el director de Renfe de Algeciras lo que le dotaba de una buena posición social, portaba un reloj Tag Heuer en su muñeca fruto de un regalo de su madre en el día de su 23 cumpleaños y siempre iba perfectamente conjuntado con todo tipo de marcas de ropa, a pesar de su aspecto pijo era una persona encantadora y muy leal.
A Sebas le encantaba venir a comer al restaurante chino en especial para tomar la cerveza china Tsingtao, pues no encontraba otros locales de copas donde poder tomarla, esta cerveza tenía un sabor amargo, apaga bien la sed y según me contaba tenía un sabor parecido a la cerveza holandesa. Sebas era un entendido de cervezas y en especial de la holandesa porque había vivido un año en Eindhoven.
Terminamos de cenar y solicitamos al camarero chino que nos trajera la cuenta, sin hablar nos respondió con la cara con un gesto positivo y se dirigió hacia la caja, al cabo de un rato apareció frente a nosotros el chino de los ojos de colores y la muela de oro, a Sebas y a mí nos llamó poderosamente la atención la fisionomía de este chino, era inconfundible a la hora de tener que reconocerlo en una rueda de reconocimiento por ejemplo. Era de las pocas personas que había visto en mi vida que no hacía falta que fueran documentados porque en cualquier comisaría que se presentase, el policía de turno al ver su imagen digitalizada en el ordenador no iba a tener ninguna duda en reconocerlo de inmediato aún sin tarjeta de residencia o pasaporte.
Este chino llamado Chen, según dijo Luo, como digo se acercó a nuestra mesa y nos trajo la nota en una carpeta de piel negra donde dentro había una pequeña bandeja de plata sobre la que se posaba la factura.
--Espero que les haya gustado la comida, invita la casa a un una copa, Chen, se dirigió a la estantería de botellas y trajo dos copas y una botella con insignias chinas.
--¿Licor de lagarto no? Dijo Sebas, creyéndose muy listo.
--No, no este se llama Licor Xifeng, está producido en el distrito de Fengxiang, provincia de Shaanxi, es uno de nuestros licores más antiguos y favorece para curar la fatiga, nutrir los pulmones y la sangre, es algo balsámico y restituyente, pruébenlo y me dirán como se sienten. Invita la casa, pero no a una sola copa, aquí les dejo lo que queda de la botella. (La botella se encontraba medio llena).
--Gracias dijo Sebas, me encanta la comida china, y en especial la cerveza Tsingtao, la tomo desde hace muchos años, siempre que vengo a algún restaurante chino la pido.
--Sí claro, dijo Chen cortésmente, es una cerveza muy buena.
--Gracias por la hospitalidad, aquí tiene el dinero de la factura, cóbrese, le contestó Sebas animadamente al ver el regalo de la botella del licor Xifeng.
¿Ves? Me dijo Sebas mientras volcaba la botella en nuestras dos copas de cristal para llenarlas de licor. --No hay nada mejor hoy día en servicio que los restaurantes chinos, ya te lo he dicho muchas veces, son gente humilde, servicial, barata y discreta. Saben tratar al público, por eso siempre sus locales están llenos o semillenos, pero saben rebatir a la crisis, son muy listos estos orientales, te meten en el bolsillo en un santiamén, dijo Sebas convencido de sus pensamientos y de la inocencia de los chinos.
El licor Xifeng tenía muy buen sabor, era algo afrutado y causaba un efecto de cierto relax que te impulsaba a seguir bebiéndolo, de esta manera no cejamos en seguir llenando nuestras copas y disfrutar del espléndido obsequio que Chen parecía habernos regalado.
Una vez que nos finiquitamos la botella, nos levantamos Sebas y yo de la mesa, y nos dirigimos al mostrador donde se encontraba Chen para darle las gracias por tan maravillosa hospitalidad y consideración hacia nosotros, prometiéndole que volveríamos pronto, sin embargo antes de terminar nuestras frases, el chino nos habló un poco sigiloso acercándose lo más que podía a nuestras caras y nos dijo:
--Para mis mejores clientes, aún tengo más sorpresas, si quieren pueden subir, arriba tengo habitaciones con chicas, seguro que no os arrepentís, son unas preciosidades, directas de la provincia de Sichuan.
Sebas que era bastante putero se entusiasmó con la propuesta de Chen.
--¿Cuanto valen? Preguntó Sebas a Chen.
--30 euros media hora por ser vosotros.
--Está bien dijo Sebas ¿Por donde subimos?
--Al lado de la puerta del cuarto de baño, hay una cortina, correrla y encontraréis la escalera que sube a la planta superior, las chicas están en un vestíbulo que hay, elegir la que os guste y entráis en cualquiera de las habitaciones, no os preocupéis, que aquí está todo muy limpio y las chicas pasan constantemente controles sanitarios, dijo Chen con aire de gran amabilidad.
--Está bien, cóbrese 60 euros con la tarjeta, yo cogeré una y mi amigo otra. Un día es un día dijo Sebas disimulando que en el fondo era un putero empedernido.
Sebas era de ese tipo de tíos de doble moral, creo que lo llevaba en la sangre por el tipo de educación rancia y de antiguo abolengo que tenía su familia, su madre había colgado los hábitos y se salió del convento de las Carmelitas de Córdoba casándose con su primo el cual era el padre de Sebas de esta manera en su casa había aprendido las más rígidas normas morales, acudiendo la familia entera todos los domingos a misa de 5, donde se confesaban y tomaban la ostia, a él su familia lo envió a estudiar el Bachiller al colegio de los Hermanos Maristas en Granada, posteriormente estudió la carrera de Arte Dramático y ahora se perfeccionaba en las clases de Teatro a las que acudía yo.
En la actualidad Sebas vivía en pecado con su novia Esther, a la cual conoció en la red social meetic por internet, y esta situación enfurecía muchísimo en especial a su madre. Sin embargo aunque Sebas se había salido un poco del tiesto , mantenía en sus costumbres externas algo de la rigidez educacional que aprendió en su casa.
La relación de Sebas con su novia al principio parecía ir bien, se enamoraron o eso pensaron ellos y se fueron a vivir juntos a un apartamento que alquilaron por 300 euros, en poco tiempo ambos se obligaron a revelarle al otro sus nicks y contraseñas en el messenger, twitter, facebook, tuenti, meetic, match, Badoo, Myspace, Hi5, Linkedin, Tagged etc... y en general en todas las redes sociales en las que estaban apuntados antes de formalizar su relación. Posteriormente el instinto de posesión fue mayor y ya hasta se obligaron mutuamente a borrarse en todas estas redes sociales.
Renunciaron a todo esto por su amor, confiando en que el uno colmaría todas las necesidades físico-afectivas del otro en todas sus vertientes, como digo, ya sólo se quedaban ellos mismos y el universo, mirarse sus caras uno al otro sin ningún atisbo de aventura exterior, el sacrificio por su amor no tenía parangón, pero con el paso de los meses su vida se empezó a tornar monocorde, gris y aburrida, demasiado asfixiante para los dos, se dieron cuenta que ya no se deseaban tanto el uno al otro y realmente no tenían nada emocionante que contarse.
El notaba que la sonrisa de ella que antaño lo había enamorado y que tanto le producía libertad y lujuria se tornó en una sonrisa cínica carcelaria que subliminarmente le comunicaba “Eres mio y tú no sales del redil”, por su parte ella también notaba que la mirada seductora y cautivadora de él que un día la conquistó y la llenó de dicha se había vuelto en una mirada marmórea y desafiante que le transmitía el mensaje de “Eres mía y tú no sales del corral”, en el fondo se convirtieron en dos víctimas de sus propios instintos posesivos, y toda esta situación desembocó como cabía de esperar en el hecho de que ambos empezaron a buscar nuevas válvulas de escape, emoción y placer aunque a escondidas del otro, Sebas se aficionó a las putas y Esther se aficionó a masturbarse viendo películas pornos en internet pero sin la presencia de su novio.
Un día que Sebas volvió de las clases de teatro, entró en la casa y sorpresivamente escuchaba la voz de Esther diciendo:--- Ohhhhhhhhh sí sí¡¡¡ Se asustó muchísimo pensando que podría estar en la cama con otro pero cuando abrió su habitación se la encontró desnuda con las piernas abiertas en la silla, acariciándose sus genitales y sus pechos mientras miraba la pantalla del ordenador. Esther al percatarse de su presencia cerró de un golpe la pantalla del pc portatil y le gritó diciéndole: --¿Pero porqué entras sin llamar? --Respeta un poco mi intimidad, mientras se incorporaba y trataba de buscar las bragas por algún lugar del suelo.
En definitiva esta relación ya estaba bastante deteriorada pero Sebas la mantenía quizás por esas valores tradicionales en los que se había criado. Pero esto no le obviaba de mantener múltiples relaciones sexuales no sólo con prostitutas sino con otras mujeres sin pago, se hizo un nick y una contraseña nuevos en varios chats y quedaba con chicas de otras ciudades de España para no levantar sospechas en Algeciras de manera que se jactaba entre nosotros de que era el único de la pandilla al que le salían los polvos gratis, y eso lo decía porque cuando quedaba con mujeres en otras ciudades ni siquiera se gastaba un duro en gasolina sino que viajaba con los bonos gratuitos que tenía su padre en casa para el tren, de manera que se movía por todo el territorio nacional engañando a la familia y a la novia diciéndoles que acudía a castings para intentar buscar una oportunidad en su profesión.

Bueno volviendo al tema del prostíbulo que tenía Chen en su restaurante, una vez que Sebas pagó los 60 euros nos dispusimos a subir a la planta de arriba. De repente mientras andábamos me di cuenta que se me nublaba la vista, miré a Sebas y empezaba a verlo desdoblado, desenfocado. Corrimos la cortina y efectivamente había una pequeña escalera de marmol gris con una balaustrada de hierro forjado negro muy sencillo. Llegamos por fin al hall y nos encontramos con unas 6 chinitas que rondarían los 18 años o menos, debido a la poca complexión de las mujeres chinas y a su cara aniñada que mantienen prácticamente en toda su juventud, no podía discernir su edad sólo con la mirada.
Pero empecé a preocuparme porque no podía fijarme en ellas con propiedad, a todas las empezaba a ver desdobladas y desenfocadas, hasta el punto que no escuchaba bien las voces, y la decoración, los sofás, la alfombra, el tapiz chino que había colgado en una de las paredes del hall y el gran espejo enmarcado en pan de oro con múltiples relieves corintios se nublaban a la fijación de mis ojos. Achaqué esta pérdida de visión al efecto del alcohol, la verdad que bebimos bastante, las 4 cervezas Tsingtao y la mitad de la botella de licor Xingfen, pero recordaba haber bebido en muchas ocasiones mucho más alcohol, en fiestas, en reuniones, en botellones, y no tener estos efectos, a lo sumo solía sobreexitarme y estar más eufórico y hablador, pero no tenía visiones desdobladas y desenfocadas de las cosas, esta sensación era la primera vez que las sufría.
Mientras veía todo nublado, apareció de una habitación una Sra. mayor entrada en carnes de unos 60 años de edad, vestida con un ridículo vestido de charleston negro y una cinta alrededor de la frente en la que tenía pegada una larga pluma negra que le sobresalía por la cabeza. La especie de falda extrafalaria de flecos negros que vestía esta Sra. mostraba la flaccidez y el volumen de sus repugnantes muslos, el corpiño abotonado que tenía en su torso, dejaba adivinar unos grandes y caídos pechos como las ubres de una vaca y su cara mostraba a pesar de la pintura excesiva que llevaba, las ojeras profundas y hundidas de la que ha llevado muy mala vida. Su aspecto en conjunto era ordinario y soez, observándola era la viva imagen del refrán “A la puta y al barbero en la vejez los espero”.
La Sra. por su indumentaria y sus años se intuía que era la madame de todas la chinas.
Nos agarró fuertemente a Sebas y a mí por las manos, acercándonos a las chicas y comenzando a rozar nuestras manos por las nalgas y los pechos de las chicas y comenzó a alzar la voz diciendo, en un acento afrancesado:
--Voalaaaaaáá, qué chicos tan guapos, estos garcons seguro que ya probaron nuestro exquisitos rollitos de primavera pero ahora es el momento de que prueben nuestro chochitos de primavera que es la mejor delicia que pueden probar en muchos metros a la redonda.
--C´ est ici l´amour y le plaisir, la vie es rosaaaaaaaaaa¡¡
Intenté centrar todos mis sentidos ya que la vista se me tornaba más turbia cada vez, hasta el extremo que no podía ya diferenciar si la madame tenía el rojo carmín corrido de su siliconados labios o era el efecto de mi visión desdoblada y confusa de las cosas.
--Chicos, continúo diciendo la madame, no os cortéis, ¿Qué queréis un trío, un francés al natural, un griego, beso negro, azotes, esposas, bondage, penetración anal, lluvia dorada, hidromasaje caliente? Todo lo que alguna vez soñásteis hacer realidad ahora lo podéis cumplir en el templo del placer oriental.
Sebas y yo torcimos nuestras cabezas para fijar nuestras pupilas en las pupilas del otro, con un pensamiento mutuo de que algo raro se cocía en aquel lugar. ¿cómo por 30 míseros euros nos podían ofrecer tantos servicios?
--Bueno chicos, vosotros diréis, dijo la madame.
Sebas a pesar del acento titubeante de su habla por el efecto del alcohol, dijo:
--Sra. con todos mis respetos quiero decirle una cosa:
--No sé qué clase de maricones se habrá topado usted en Francia o en China para tener que enseñar a sus discípulas tantas y variadas prácticas sexuales, pero quiero que sepa que usted está aquí hablando con un pura sangre española y le aseguro que cuando a mí me gusta la tía yo me excito y me corro sin ningún problema con la mismísima postura del misionero, dijo mientras se reía en plan vacilón y con guasa. Así que Sra. después de lo que he comido y bebido prefiero un servicio standart, me gusta esta chica, dijo mientras abrazaba por el cuello y la pegaba hacia su cuerpo a una de las prostitutas que llevaba un diminuto bikini dorado con la parte de abajo en forma de tanga y unos altos zapatos de tacón de aguja negros.
--Yo, repuse igual, me quedo con esta otra, dije abrazando por la cintura a otra chinita que llevaba un sujetador negro y unas bragas tanga con un ligero que se sujetaba a unos medias de red negras.
--Mientras me encaminaba con mi chica hacia la habitación a la que ella me conducía mi visión se tornó aún más nebulosa, sentía calambres en los piernas y me costaba ya incluso trabajo mantenerme en pie. Me fijé en el caminar de Jorge mientras iba abrazado a la otra fulana hacia otra habitación y vi que incluso trastabilló con uno de sus pies e iba tambaleándose considerablemente.
Todo en este lugar era tan extravagante y raro, para empezar ¿Qué hacía esta extraña mujer francesa con este grupo de chinas? ¿Quizás es porque ellas eran unas pobres inocentes que tenían que tener una mentora que les enseñase los secretos del placer? ¿O quizás es que estas pobres chicas no hablaban español y estaban como pajaritos desnudos y enjaulados en un país extranjero?

Entré por fin en la habitación, recuerdo vagamente los hechos, pero mi memoria atisba ubicar dentro de la habitación un bidet donde la chinita me lavó mis partes intimas y posteriormente me las secó con una toalla.
La china se arrodilló delante mía y con el gesto de quererme colocar el condón desde su boca, el cual lo tenía en los labios, mi subconsciente me jugó una mala pasada y no estando seguro de sus intenciones y de que quizás iba a morderme en el glande la aparté de mí con un empujón.
La china descolocada, no entendía que me pasaba, casi ya no la veía con claridad, sólo dislumbraba sombras nebulosas a través de la habitación, sentí como mis rodillas golpearon contra el suelo a la vez que pude oír que la china me decía algo en el oído, sentí que me metió algo en el bolsillo, y finalmente caí redondo al suelo, perdiendo por un rato la conciencia.
Pasaron algunos minutos y pude volver a abrir los ojos, visionando que todo me daba vueltas alrededor, con la poca fuerza física que me quedaba empecé a andar a gatas para salir de aquel andro de perversión, no podía pensar con claridad pero mi instinto de salvación hizo que llegase a abrir el pomo de la puerta, el pasillo tenía puertas a la izquierda y a la derecha, arrastrándome por el suelo llegué a la puerta que momentos antes vi a Sebas entrar con su china y dando golpes en la puerta, por fin la china abrió la puerta a la par que salió huyendo de la habitación detrás mía.
Me sentí al menos aliviado porque encontré a Sebas encima de la cama, no estaba lo que se suele decir en la posición del misionero que él tanto pregonó antes de irse con la china sino que se encontraba semiinsconciente encima de la cama con las piernas abiertas y los brazos en cruz.
Como pude lo saqué de la habitación a rastras, pasando su brazo por mi cuello y tirando de él, ambos bajamos las escaleras huyendo para siempre de aquel misterioso y siniestro lugar.
Salimos a la carretera e hice el ademán de llamar a un taxi, finalmente nos llevó uno hasta la casa de Sebas, entre yo y el taxista lo subimos a hombros hasta su apartamento, nos abrió la puerta la novia, y le comenté que no habíamos hecho nada malo sólo beber y que el alcohol le sentó mal esa noche a Sebas, así que lo mejor que podía hacer era dejarlo descansar.
Finalmente el taxista me acercó a mi apartamento, le dí una propina por lo que nos había ayudado y el taxista abandonó el portal de mi casa para seguir con la rutina de la noche.
Finalmente caí rendido a mi cama, ni tan siquiera me quité la ropa sino que me tumbé en ella tal cual, dormí profundamente 14 horas y me desperté con un fuerte dolor de cabeza y aún algo mareado, no recordando con propiedad todo lo que había acontecido la noche anterior en aquel prostíbulo.
Me preguntaba si Sebas ya se sentiría mejor, y sentí la tentación de llamarlo, metí mi mano en mi bolsillo derecho donde tenía el móvil, lo saqué y cuando fui a marcar el número de Sebas me percaté que del bolsillo también había sacado un trozo de papel rasgado con letras escritas.
Aturdido aún por tantos sobresaltos, me incorporé un poco de la cama y miré con atención lo que tenía escrito el papel, las palabras estaban escritas en inglés con bolígrafo negro y se podía leer: I, M ONLY FOURTEEN, PLEASE CALL THE POLICE. (tengo sólo 14 años, por favor llama a la policía)

¿Pero de donde había surgido esta nota? Rebobiné en mis pensamientos y caí vagamente que antes de desplomarme de rodillas en la habitación del prostíbulo desvanecido sentí que la chinita metió algo en mi bolsillo y ahora me percaté de que esa nota la había escrito ella.
Podría ser que el contenido de la nota fuese real y que el tal chino Chen se dedicara a la trata de personas para traerlas de China engañadas y después aquí esclavizarlas y prostituirlas, pero también podía ser una trampa de la china aleccionada por Chen para hacernos volver y extorsionarnos o drogarnos de nuevo con alguna finalidad.
Agotado aún por todo lo sucedido decidí seguir durmiendo más tiempo, prefería relajarme y ya por la tarde llamaría a Sebas para contarle este asunto de la nota.

Me encontraba profundamente dormido cuando oí el sonido de mi móvil, me desperté desorientado y miré la hora de mi reloj de muñeca y vi que eran las 19.20 horas de la tarde, saqué de mi bolsillo el móvil y vi en la pantalla el nombre de Sebas destelleando, descolgué de inmediato y finalmente oí su voz:

--Hola Freddy, quería hablar contigo, dijo Sebas desde el otro lado del teléfono, con voz susurrante.
--Hola le contesté, vaya una noche que tuvimos más movidita un poco más y nos quedamos a dormir en el prostíbulo del chino ese.
--Me encuentro fatal, la cabeza me duele mucho, y de mareos y punzadas en las sienes, la verdad que no sé qué coño nos dio el chino ese de beber, dijo Sebas indignado.
--Sí yo me siento igual, gracias a dios que por lo menos salimos de allí por patas.
--Sí pero no te llamo tanto para hablar de eso, de más grave, cuando me he despertado me he dado cuenta que me falta el reloj que me regaló mi madre, no lo tengo en la muñeca, además de una tarjeta de crédito, la del BBVA.
--¿No me digas?, pues entonces ya has visto para qué nos drogaron con ese licor que nos dio el chino, ese lugar es un andro mafioso, dirigido a realizar cualquier tipo de hecho delictivo ya sea hurtar, estafar, incluso te diría más, creo que ese chino es un traficante de mujeres, se dedica a la trata de personas. Deberíamos denunciarlo y que vaya la policía a investigar qué ocurre en ese prostíbulo.
--Llevas razón, pero yo no quiero figurar en ninguna denuncia, si mi novia se entera que estuve buscando mujeres va a romper la relación y se va a ir de casa, la verdad dejemos las cosas así, no puedo arriesgarme a que toda mi familia también se entere de que frecuento las putas.
--Está bien, repuse comprensivamente, olvidémonos de ese mísero lugar, yo ahora me ducharé y bajaré al burguer a comer algo.
Colgué el teléfono para dejar a Sebas descansar, aunque sabía interiormente que quizás hubiera sido más diligente por nuestra parte denunciar los hechos a las autoridades policiales, en ese momento fuí leal a la amistad que tenía con mi amigo y no quise que se abrieran unas diligencias en las que seguramente nos citarían para declarar y ampliar nuestra denuncia con el consiguiente perjuicio que para él tendría con su pareja y su familia y pasado algún tiempo aunque se me pasó por la cabeza en alguna ocasión hablar con algún policía sobre estos hechos, sin embargo me encontraba maniatado por ser portador de un arma sin licencia, lo que quizás podría llegar a sus oídos y empeorar mi situación, de manera que todo quedó por una cosa o por otra sin denunciar.















































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